El dinero es un producto del trabajo o de la actividad económica de los seres humanos. Y como es la herramienta del sistema económico para cubrir las necesidades de subsistencia, siempre es muy codiciado. Debido a lo que representa el dinero, se busca a través del sistema contable ejercer el control de su manejo, para estudiar las inversiones, los gastos, las pérdidas, las ganancias, etc., implicados en todo negocio. No obstante, el propósito de dicho sistema puede ser desviado por quienes lo operan.
Las irregularidades en el manejo de las cuentas tanto privadas como públicas son un problema clásico, motivado por la codicia. Hay tanto engaño en el mundo de las finanzas, que incluso un número importante de presidentes y “servidores públicos” de muchos países han tenido que enfrentar la justicia, para terminar luego tras las rejas como resultado de la deshonestidad durante su período administrativo.
Gracias a la sabiduría védica podemos deducir lo importante que es ser transparentes en las cuentas, o de lo contrario se perderá la honestidad, la cual debe acompañar las cosas que estén bajo nuestra responsabilidad.
La honestidad se opone al engaño
En los Vedas se explica que todas las actividades de la vida se deben revisar a la luz del dharma, una palabra del sánscrito que significa actuar con la conducta correcta.
El siguiente análisis nos permitirá concluir si dichas actividades conducen al dharma, o lo niegan.
La honestidad, en tanto que acorde al dharma, debe ser la base de la actividad contable. Ahora, según la filosofía védica ¿qué se puede entender por actuar con la conducta correcta en materia de contabilidad? Y ¿por qué hacerlo?
Una conducta correcta, es aquella que es consciente de Dios. Esta actitud se puede vislumbrar a través de conceptos como laahimsa o no-violencia, entonces la actividad contable y el manejo del dinero deben realizarse con la responsabilidad y cautela necesarias para no causar daño ni sufrimiento a los demás. Quien posea este principio, podrá cumplir también el papel de vigilar y salvaguardar los tesoros de la humanidad, es decir: el dinero, la cultura, la verdad, etc.
El principio de honestidad y la confianza van de la mano. Si no hay honestidad en el proceder, automáticamente se deja de ser digno de confianza. Como todas las cosas con las que tenemos que ver han sido puestas temporalmente bajo nuestro cuidado, inspirar confianza es vital para que aquellas se desarrollen bondadosamente. La confianza se da cómo un reconocimiento a la sinceridad demostrada en el trabajo. Aquellas personas que no sean dignas de confianza, pertenecen al ámbito del engaño, el cual es opuesto a la veracidad y nos aleja de la posibilidad de llevar una vida consciente.
La honestidad y la vida espiritual
Lo más importante es entender que no somos propietarios de nada en este mundo. Debemos darnos cuenta que existe un Propietario Supremo, esa persona es Dios, el ser a quien debemos ofrecer las labores y los bienes.
Lo único que es especialmente nuestro, es el karma, es decir: la reacción de nuestras acciones. Tal reacción puede ser positiva o negativa, según la naturaleza de los actos. Enriquecerse ilícitamente, por ejemplo, es producto de una serie de acciones que están contaminadas por la falsedad. Ello necesariamente trae reacciones desfavorables a cualquiera. Sin importar cuanto dure el desenmascaramiento del engaño, el implicado dejará de ser apto para recibir más responsabilidades, a no ser que se corrija.
A pesar de que Dios puede perdonar nuestras faltas, que tomarse muy en serio esto de quedar inhabilitado temporalmente para recibir responsabilidades. Ser deshonesto indica que no se podrá aspirar a otros servicios de confianza. Una persona que ha cometido irregularidades en el manejo de dinero, es tan codicioso que no podrá confiársele casi nada, ¿qué decir de poner a otras personas a su cuidado?
Así como las responsabilidades contables, existen otros cargos en que el bienestar o la desgracia de las personas están determinados completamente por nuestro comportamiento y proceder. Si bien la idea tampoco es dejar de asumir responsabilidades para no sucumbir ante los defectos o la mala conciencia, habrá que esforzarse y pasar los exámenes o las pruebas que nos salgan en el camino. No asumir responsabilidades por miedo, conlleva a una renuncia equivocada.
La honestidad es el camino para hacer las cosas bien y para avanzar espiritualmente. Claro, hablamos de ser honestos de forma cabal, pues llevar la contabilidad de una plaza de toros o de un matadero no es señal de honestidad, de limpieza, aun cuando todos los papeles estén en regla y los números en orden. La perfecta contabilidad de un negocio ilícito, es ilícita también. Por eso lo mejor es trabajar desinteresadamente para la causa de Dios, en compañía de personas y jefes honestos y con ideales limpios, transparentes.
Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvaiti