El Temor a la Vejez

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El fatalismo le enseña a la mayoría de las personas a creer erróneamente que se vive una 110_temor a la vejezsola vez. Por tal convicción, hacen todo lo posible para alcanzar un máximo de disfrute, lo que las conduce a degradarse, confundirse, deprimirse incluso cometer actos inconscientes, sabiendo que pueden ser dañinos tanto para ellas como para los demás.

El ser humano al pensar que sus acciones no generarán reacciones en esta vida ni mucho menos en una futura, rompen, sin la menor preocupación, códigos morales y realizan actividades que inclusive su conciencia les ha advertido no hacer. Aunque parezca difícil de creer, esta misma mentalidad es la que provoca el miedo a la vejez, ya que ésta es considerada como una bomba de tiempo que en cualquier momento explotará, impidiendo el disfrute de lo que el mundo ofrece.

El temor a la vejez (y por ende a la muerte) hace vulnerable a la gente, ante la ilusión de consumir medicinas para retardar el envejecimiento, la cirugía plástica también responde a esta preocupación, el temor a experimentar el deterioro del cuerpo, motiva la inversión de fortunas para contrarrestar semejante fenómeno. Desafortunadamente todos estos esfuerzos son en vano, pues no hay forma de evadir la vejez ni de postergarla por mucho tiempo.

Cuando investigamos en la sabiduría de los Vedas respecto al deterioro del cuerpo, la ciencia védica explica que todos somos almas espirituales eternas, luego no debemos preocuparnos por el fin de nuestra vida humana.

El Bhagavad-gita (Escritura Sagrada con más de 5.000 años de antigüedad) enseña: “El cuerpo material de la entidad viviente eterna, indestructible e inconmensurable, tiene un final con toda certeza […]” (2.18).

Srila Prabhupada, quien fue un importante maestro espiritual de India, comenta: “Si aceptamos la conclusión védica tal como se expone en el Bhagavad-gita, es decir, que los cuerpos materiales van a perecer a su debido tiempo, pero que el alma es eterna, entonces debemos recordar siempre que el cuerpo es como un traje; y ¿por qué lamentar un cambio de traje?” El cuerpo material, en relación con el alma eterna, no tiene existencia real, es como un sueño.

En sueños podemos pensar que volamos por el cielo o que somos un rey sentado en su carroza, pero al despertar vemos que no estamos ni en el cielo, ni en la carroza real”. (comentario del Bhagavad-gita 2,28). Cuando las personas aprenden la ciencia espiritual, comprenden que son almas eternas, por eso ellas se sienten muy completas al practicar vida espiritual.

Tanto la vejez, como la enfermedad y la muerte del cuerpo, dejan ver la temporalidad de este, sin embargo no debemos desanimarnos, al contrario debemos asumirlo como un fenómeno que nos permite madurar y crecer en materia espiritual. La sabiduría védica dice que la vida humana es una preparación para la perfección de la misma, y por lo tanto recomienda no sentirse dueño del cuerpo, y más bien realizar actividades espirituales como: el control de los sentidos mediante la meditación y el estudio de libros sagrados, entre otros.

Cuando aceptamos que la vida es un camino hacia la eternidad, no nos abandona la confianza ni el entusiasmo.

La vejez es un peldaño de importancia que nos ayuda a salir de la ilusión de pensar que somos el cuerpo material; es un momento especial para afianzar el conocimiento espiritual y valorar el servicio a la voluntad de Dios.

En esta medida, la vida humana es gloriosa, porque nos permite acercarnos al Supremo volvernos conscientes de Él y llegar a Su mundo de amor a través del canto de Sus Santos Nombres y la invocación de Su misericordia.

Lo anterior ha sido enseñado por grandes maestros espirituales, pertenecientes a la escuela vaishnava e inclusive de otras tradiciones místicas. Por eso, estamos en deuda con estas grandes almas, ya que han entregado el conocimiento acerca de la eternidad y la función del alma, la cual es una parte y porción de Dios mismo.

Así mismo, grandes maestros espirituales han revelado que el destino último de la entidad viviente es: vivir junto a Dios, para servirlo amorosamente y recibir Su afecto, en una vida de misericordia. No obstante, la meta última de la vida es superar la reencarnación y alcanzar el mundo espiritual.

Finalmente, cuando lo anterior ocurra, adquiriremos un cuerpo dotado de sat (eternidad), cit (pleno conocimiento) y ananda (bienaventuranza), características trascendentales de quienes viven con el Señor Supremo en Su mundo de amor.

Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvaiti

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