Actualmente, existen elementos en la sociedad que son negativos para el desarrollo y avance espiritual de una persona, tales como la explotación de la lujuria y el negocio de la pornografía, que van de la mano con los medios de comunicación por el como promueven éstos elementos.
Las Escrituras Sagradas, sobre todo el Bhagavad Gita, hace detallada atención a la problemática e instruye a los seres humanos cómo hacer frente a estos enemigos del progreso del ser todos podemos estudiarlo, llamémoslo la terapia espiritual de un ser, que realmente puede vivir feliz cuando acepta que hay una correcta conducta y hay una equivocada conducta
Todos hemos percibido la influencia de la lujuria, la hemos experimentado, o también la padecemos, lo cual se hace palpable en el deseo de disfrutar, que nos incita a alejarnos de Dios y también dejamos de pensar en los demás, es una enfermedad que engaña dando por sentado que: ¡Tú eres el disfrutador!
Así, por la tendencia pornográfica, las muchachas venden sus cuerpos de manera insinuante para que otros las contemplen, las
fotografíen y finalmente las comercien. Para algunos ya es normal ver este tipo de cosas, y otros piensan: “Voy a disfrutar un poco”. Este es el germen desmoralizador que presenta la lujuria.
De esta manera, la lujuria lo invade todo, está en internet, en revistas, inclusive en muchos escritos de moda, los cuales aunque son sólo textos, representan inmoralidad. Dicha tendencia es la peor ofensa a los individuos y su sexualidad, porque describe al ser humano, como una fuente de placer y sexo, porque supuestamente el cuerpo es de ‘su propiedad’ para disfrutar a quien sea, cuándo sea y cómo sea. Así para muchos no importa nada mientras haya diversión. No son conscientes que el cuerpo es un regalo de Dios.
En Europa, por ejemplo, se mueve mucho dinero en estas actividades, proliferan tiendas donde se mercadea todo en torno a la sucia temática erótica, solamente para placeres desviados y pervertidos. A tal punto que el hombre ya no es capaz de discriminar. Después en algunos surge el querer degradar niños, aprovechando que son los más indefensos.
Muchas veces ocurre, que hombres llegan a sus casas influenciados por la prensa amarillista, saturada de abusos, y encuentran niños desprotegidos a quienes comienzan a perseguir sexualmente. España es un caso ilustrativo. Se dice que allí el 40% de la población ha sido abusada sexualmente por parte de algún familiar. Esta es la práctica de seres sin valores superiores, a quienes la lujuria los envilece, hombres que abusan de la inocencia de niños, tomando cruel ventaja sobre ellos, que desconocen lo que pasa.
Uno de los resultados que tiene la lujuria, consiste en llegar al estado de locura. La locura, en tantos grados y causas, es la plataforma de la inconsciencia humana, del desvío del correcto y progresivo proceder, de la pérdida del equilibrio y el sentido de la vida, además hace cada vez más susceptibles y débiles a las personas para caer en profundos estados de depresión.
Alguien que se encuentre en esta posición es incapaz de aprovechar su vida al máximo, se encuentra alejada de la verdad, y prácticamente, no sabe caminar por este mundo. Los médicos se limitan a prescribir psicofármacos que hacen a los pacientes más lentos, dopados. En cierta forma, se les quiere recuperar, pero muy raramente hay ayuda en hacerles comprender su alma espiritual y lo malo de desviarse de la Ley de Dios.
Los químicos, la drogadicción, los abusos, en fin, la irreligiosidad, alteran la consciencia, y una vez alterada es muy complejo recuperar la normalidad, para ser reintegrado como un miembro vital, pues ha dañado su criterio normal y correcto, como consecuencia ha perdido la discriminación de lo qué es bueno y de lo qué es malo. En fin, ha dañado su vida.
La lujuria basta para mostrarnos con toda seriedad la importancia de vivir idealmente, de conocer cuál es la voluntad de Dios para cada uno y así aceptarla, prepararse y protegerse adecuadamente.
Sigmund Freud, entre otros, se han ganado el aprecio social con afirmaciones fuera de lugar: ‘La principal razón, del desequilibrio del ser humano, radica en que su impulso sexual ha sido restringido por las religiones, con sus anticuados principios moralistas, que restringen las prácticas sexuales’. Así se justifican, la gente les cree y los siguen estudiando, sin considerar que el mismo Freud, por ejemplo, terminó en un manicomio, alegando: ‘Yo no me responsabilizo por nada que haya escrito, o que haya dicho, porque yo mismo ya no lo creo’.
De la lujuria sólo viene la frustración, que es la mejor vendedora de licor y ahí está el ‘experto cantinero’ de temáticas melancólicas que te ‘trae la solución’: “¡Tengo la medicina para ti, tómate tres de éstos!”. Así, el mundo está de mal en peor. Es lo que cualquier persona puede concluir y debe empeñarse en solucionar. Dios dice en el Bhagavad Gita: “khama esa krodha esa raja guna”: “El más grande de los pecados del ser es la lujuria, la todo devoradora enemiga de este mundo, la lujuria”.
Tenemos que hacerle frente a la lujuria, porque junto con la pornografía son los enemigos número uno para el avance espiritual. Se debe estar dispuesto a ser los disfrutados por Dios, a actuar de una manera en que el Señor se complazca, y Él se complace mediante el cumplimiento de los principios espirituales. Contrario a esto, que asegura una vida sana y bonita, queda el camino de la degradación, hasta la locura.
Dios lo ha explicado perfectamente desde el comienzo. La lujuria surge de la entrega al goce temporal, es decir, del alejamiento de la Ley de Dios, cuando el hombre la ignora, la abandona, realizando actividades que en ningún momento debería haber hecho. La vida humana es para obedecerla, accediendo así a la cordura, a la armonía, sobre la base de que originalmente, Dios nos dio sana consciencia junto con nuestro nacimiento.
Srila Prabhupada, gran maestro espiritual quien trajo Conciencia de Krishna a Occidente, junto con las Escrituras Védicas nos han dado la orientación para no enloquecer, y no vivir en la lujuria, en la ira, en la confusión, en el olvido o en los diferentes estados de consciencia donde solamente se piensa en el placer temporal.
Debemos recibir y orar por una orientación que esté basada en una vida de entrega a Dios.
Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvaiti