Todos queremos ser atractivos e importantes en la vida de otros. De igual manera, deseamos encontrar a alguien muy bello, pero no siempre se sabe qué valores apreciar cuando consideramos a las personas.
El concepto de belleza en el mundo remite netamente a lo físico, y se ajusta a una estética producto de una mente que tiende solo al disfrute. A partir de esto se elaboran los juicios que califican a la gente, como si estuviéramos en una constante pasarela, donde se rechaza a una mujer cuando sus medidas son exorbitantes o insuficientes.No sabemos muy bien cómo definir lo que es bello. Puede que incluso quede corta nuestra experiencia. Hay un relato que puede ayudarnos a entender el asunto.
Una vez se extravió una niña en una reunión donde había mucha gente. Al verla sola, le preguntaron: “¿quién es tu mamá?, ¿cómo es ella?” La niña respondió: “es la mujer más bella del mundo”. El adulto que le quería ayudar pensó: “¿dónde estará la hermosa mujer que ha perdido a su hijita?” En dicha reunión, solo una anciana había estado buscando a la niña extraviada, pero ésta se había referido a su madre como la mujer más bella del mundo, entonces nadie las relacionó. Así pasaron varios días sin que reclamaran a la niña en la policía. Allí alguien sugirió: “busquemos a la anciana de la reunión, quizás ella sepa algo”. Fueron en busca de esta persona. Cuando llegaron a su casa, la niña corrió hacia la señora mayor y la abrazó, diciendo: “¡madre, madre, madre!” Entonces un policía se quejó ante la niña, diciéndole: “¡pero, pequeña, tu nos dijiste que tu mamá era la mujer más bella del mundo, y resulta que es una viejita!” La niña lo miró con ojos de desconcierto y exclamó: ”por eso, ¿no ves que es la mujer más bella del mundo?”
¿Qué sabemos de la belleza? Cuando la belleza está separada de la Divinidad del Ser, del origen y del Creador, es temporal. He ahí el problema. Hasta Miss Universo se verá como una uva pasa cuando llegue a la vejez, y nadie recordará cómo era en su juventud. Este es el resultado al que se expone el apego a lo externo. No podremos saber nada de la verdadera belleza sin una conexión con la Divinidad, ni satisfacer nuestro corazón con las apariencias del cuerpo.
Descubrimos una belleza profunda en las personas cuando las observamos con los ojos del corazón. Por el contrario, si los ojos de lujuria son el medio para valorar a alguien, entonces el dictamen dependerá de la mera satisfacción de los sentidos. ¡Qué reducido es este concepto de belleza, y qué cruel!
El Amor Universal es aquello que deja descubrir la belleza en los demás. Por ejemplo, uno puede encontrar muy bellos a sus hermanos, hijos y personas cercanas gracias a que los contempla con los ojos del corazón. Esto nos lleva a un concepto de belleza totalmente distinto. La verdadera belleza es la belleza del afecto, la sinceridad, la humildad, la modestia, la castidad, la fidelidad, la ternura, la comprensión y el perdón. Lo que se debe anhelar es la belleza del alma, a través de la visión del amor.
De una u otra forma, el alma busca la belleza, la dulzura y la Divinidad que hay en cada ser. La belleza, la dulzura y la Divinidad son los atractivos máximos para nuestras almas, aunque no podemos encontrar esas características en un mismo punto en el mundo material. Alguien puede ser muy bello, por ejemplo, pero carecer de la dulzura o ser dulce y bello, pero en ausencia de la Divinidad. Es posible que debido a esto se ha pretendido sustituir la belleza por el poder, la riqueza y el conocimiento, si bien es cierto que poseer tales atractivos no hace a una persona bella necesariamente, ni mucho menos dulce o Divina.
¿Qué es la vida sin la belleza espiritual? El alma es la que nos ilumina y nos aporta la conciencia. A su vez, y gracias a las enseñanzas de la Sabiduría Védica, esta chispa espiritual presente en todo se hace visible para nosotros, siendo allí donde se alberga la belleza de cada quien. Lo que nuestra alma alberga en su interior y procura, es el amor real, el compromiso real, el afecto real y el amor espiritual.
Ahora bien, en el plano superior, cuando el alma se libera del cuerpo mortal, queda fuera del alcance de los condicionamientos de un cuerpo destinado a deteriorarse, y, al ingresar al mundo espiritual, asume su rol como alma eterna, recibiendo de Dios un cuerpo apropiado que le permite asociarse con El en los planetas de Amor espiritual. Al experimentar la belleza eterna, una combinación del amor y la conciencia de Dios, el alma no incurre en nada de lo que deba arrepentir, ni se ve inclinada a seguir exhibiendo los diversos egos equivocados del mundo material.
En la creación espiritual no surge el deseo de adquirir opulencias para impresionar, ni se aspira a convertir la vida en un show, pues el alma contiene en sí misma belleza ilimitada.
Si queremos elevar la conciencia, la lujuria no puede seguir dirigiendo el juicio de las personas. Erróneamente se piensa que la belleza debe ajustarse a la estética del sex appeal, por lo que la lujuria mueve a la gente para saciarla. Esa es la triste realidad de la lujuria, que hace a las personas muy burdas. Por eso el Señor Krishna dice a Arjuna en el Baghavad-Gita: “es la lujuria, que es el todo devorador, la enemiga de todo el mundo”.
La lujuria ata al ser humano al mundo material, lo castiga y lo contamina con una visión equivocada de la belleza verdadera. La belleza original, la belleza Suprema, viene del más bello Bhagavan Sri Krishna, y de su pareja Srimati Radharani. Ellos son la manifestación Suprema de la belleza. Son Sat Cit Ananda, eternos, llenos de conocimiento y bienaventuranza. Son la infinita belleza y la infinita misericordia también.
De Dios emana la belleza, el poder, el conocimiento, la renuncia, mejor dicho, todas las opulencias. Él es el origen de todo lo que existe. Por ello, la invitación de los grandes santos es acercarse de todo corazón a la Personalidad de Dios. Krishna es tan bello, que el universo entero es cautivado por Él, incluso Cupido, el dios del encanto.
La Sabiduría Védica cuenta que cuando el dios del amor quiso flechar a Krishna, fue objeto de su propia flecha, quedando totalmente cautivado y enamorado de Dios. A su vez, el Señor Krishna, el Encantador Infinito, es cautivado por la belleza de su querida Srimati Radharani. Por eso a los yoguis de la devoción les gusta tanto cantar los nombres de la Pareja Divina (Radhe, Radhe Govinda, Govinda Radhe, Radhe, Radhe Govinda, Govinda Radhe), para tener contacto con la Divinidad.
Para encontrar la belleza suprema de nuestra alma, tenemos que refugiarnos en la dulzura y la belleza del Señor Supremo. Cuando comprendemos que el bellísimo Señor está presente en el corazón de todos, afianzamos una visión perfecta de las cosas. De esta manera seremos capaces de ver que cada ser es bello, porque Dios está presente en su corazón. La meta es alcanzar la visión perfecta, que consiste en ver al Señor Supremo en todo lado, y sentirnos felices por ello. Simultáneamente, nos inclinaremos a adorarlo, recordarlo y hablar de Sus Glorias a todos. Debemos aspirar a estar cerca del Dios, el Creador, así como de sus devotos y de quienes lo buscan. Los que no están buscando a Dios, también necesitan ser apreciados con visión generosa, pues ellos están aún más faltos del cariño espiritual.
La belleza de las almas trasciende la existencia temporal. Nuestro servicio a Dios corresponde al plano del alma, no a la sola conciencia del cuerpo. Así mismo, la relación entre los seres debe corresponder al ámbito del alma y no a los datos superficiales de los objetos de los sentidos. Desarrollar la visión de esa belleza espiritual solucionará todo lo imperfecto y lo parcial de las apreciaciones defectuosas.
Gracias por acoger estas reflexiones. Ahora sólo queda afianzarlas para la vida.
Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvaiti