La corrupción

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Todos los días escuchamos hablar de personas involucradas en actos deshonestos y 96-la-corrupcionabusivos. La corrupción acompaña nuestras vidas. Dichas acciones van desde robos menores, pasando por las “jugadas” de los traficantes de drogas, de los vendedores del mercado negro, de las grandes empresas, de los bancos internacionales y de los seudo-religiosos, hasta la corrupción de los gobernantes, quienes roban los tesoros de las naciones e incentivan la guerra en otros países para quedarse con el petróleo. No deja de causar extrañeza que los líderes de la sociedad no cumplan con la defensa de los derechos humanos ni cuenten con los rasgos de humanidad que se espera de ellos.

Si bien el margen de las diferentes formas de la corrupción es amplio, a lo que aludimos aquí es a la corrupción de los sentimientos, vista en dos fenómenos: el maltrato a nuestros hermanos los animales, y el engaño al relacionarse con el sexo opuesto.

Vemos la forma horrorosa en que los seres humanos tratan a los animales, y la renuencia de la gente a volverse vegetariana, a pesar de los documentales y los artículos que muestran las torturas a las que son sometidos para mantener los malos hábitos de la alimentación carnívora. ¿Cuánta gente inteligente se ha pronunciado en contra de la matanza de los animales? Pero pareciera que esto no hace mella en la industria de la carne, ya que cada día se diseñan campañas publicitarias para seguir explotando a los animales y hacer que el público compre carne, claro, escondiendo toda la tortura que hay detrás de la matanza.

Ahora observemos lo macabro que es el hecho de meter un becerrito en una caja donde no puede moverse, donde no le da la luz y está lejos de su mamá y de sus amigos; pero que además es alimentado antinaturalmente con el suministro de antibióticos y basura para luego ser matado y vendido como carne tierna. La legalidad del maltrato a los animales se puede traducir fácilmente en la violencia del hombre para con el hombre mismo, en la medida que se ha legitimado la tendencia a doblegar a otros ante la voluntad del más fuerte.

La corrupción trae más corrupción. Por ello, si la gente es cruel en su trato a los animales, como reacción no le espera otra cosa que muy malas condiciones de vida, y que sus líderes y gobernantes sean corruptos.

Otra de las formas de la corrupción de los sentimientos se aprecia en la relación con el sexo opuesto. El disfrute personal e irresponsable resulta tan atractivo, que se corrompe el respeto a la sagrada relación de pareja. La cantidad de madres solteras y de jovencitas que abortan hoy en día, demuestra que no hay respeto por los compromisos y las relaciones. Desde luego, ya casi nada se considera sagrado, ni siquiera la mamá, la esposa o la hija. Asimismo, el mal trato que se le da al cuerpo, sometiéndolo al sexo sin responsabilidad y fuera del matrimonio, atenta contra la salud y las facultades físicas y mentales de los seres humanos. Con tal actitud las personas dejan de ser dignas de confianza y más bien se exponen a enfermedades como el SIDA.

Aunque estamos hablando de la corrupción de sentimientos naturales como el cuidado, la protección, el afecto, etcétera, vemos que influye en todos los ámbitos de la vida, incluso en el propósito de gobernar, de servir a un país. Es pertinente combatir la corrupción en todo sentido, corrigiéndonos a nosotros mismos y transmitiendo desde la enseñanza en el hogar a tomar distancia de esta forma de violencia. Así se hace posible el cambio individual, que se reflejará en el respeto colectivo a la vida, la naturaleza y los compromisos. Desde luego esto tendría connotaciones políticas positivas, pues se elegirían gobernantes preocupados por combatir la corrupción.

No obstante, sólo podremos superar la corrupción y deshacernos del egoísmo y los deseos materiales si nos refugiamos en Dios. Asimismo, si poseemos la guía de un Maestro Espiritual tendremos mayor fuerza para cambiar nuestra postura frente a esta problemática. Si no anhelamos convertirnos en un instrumento del Amor de Dios, la corrupción seguirá su desastroso rumbo. El mundo continuará siendo el lugar de los engañadores y de los engañados. No cabe duda de que la corrupción se da en un mundo donde las metas espirituales no están claramente definidas.
Fuente: Colección Sabiduría Védica
Autor: Swami B.A. Paramadvaiti

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